Bases teóricas de la aceptación de la tartamudez

por Dr. José Antonio García Higuera
Bases teóricas de la aceptación de la tartamudez

En esta página se incluye un capítulo del libro «Deja de sufrir por la tartamudez» que contiene las bases teóricas de la propuesta de aceptar la tartamudez. Es la aplicación de los últimos avances de la terapia cognitivo conductual a la tartamudez. El objetivo del libro es la superación del sufrimiento que provoca la tartamudez, porque hay otras alternativas para vivir plenamente que la de alcanzar la fluidez. Se proponen luego con detalle los procesos que van a llevar a superar el sufrimiento: aceptar, las emociones que produce el bloqueo, saber qué se haría si se superase la tartamudez, es decir, cuáles son los valores propios, comprometerse con ellos, vivir el presente, experimentar que socialmente se es algo más que tartamudo, desactivar las reacciones automáticas al temor a un bloqueo.

Las bases teóricas de la propuesta

Capítulo del libro Deja de sufrir por la tartamudez

El núcleo del libro «Deja de sufrir por la tartamudez» está compuesto por ejercicios para afrontar y superar el sufrimiento. Cómpralo.

El tartamudeo es un gran desconocido incluso en los ambientes profesionales médicos y psicológos. En mi libro Terapia psicológica en el tartamudeo, expongo con detalle los conocimientos que se tienen sobre el tema.

La propuesta de superación del sufrimiento que te hago en este libro está basada en la terapia de aceptación y compromiso, encuadrada dentro de la tercera generación de la terapia cognitivo conductual. Basándose en los avances que se están dando en el conocimiento del funcionamiento de nuestro pensamiento, esta terapia describe los procesos que te he mostrado y ofrece una forma de superarlo. Mi libro Curso Terapéutico de Aceptación I y II la expone y la aplica en profundidad para todo el mundo.

Los ejercicios que te planteo en este libro son duros, porque te hacen enfrentarte a muchas cosas que has estado evitando. Pero están basados en una sólida teoría científica sustentada empíricamente y en una experiencia clínica de muchos años.

1 La superación del sufrimiento

Para acabar con el sufrimiento, la forma más lógica, a primera vista, es conseguir hablar con fluidez. Es lógico pensar que si acabas con el tartamudeo y consigues hablar fluidamente en todas las situaciones, tu sufrimiento finalizará. Estás convencido de que no es mucho pedir, porque todo el mundo habla con fluidez y tú también, por ejemplo, cuando estás solo. Pero has comprobado que este camino está lleno de dificultades y de fracasos. Si consigues algún éxito, suele ser a corto plazo convirtiéndose invariablemente en una gran decepción a medio o largo plazo.

Tus diferentes trucos para articular las palabras fluidamente fracasan, porque, como te he dicho, no se trata de un problema de articulación. Tú, como todo tartamudo, puedes pronunciar cualquier palabra fluidamente, dependiendo de la situación y del contexto. Incluso cuando estás en medio de un bloqueo en una palabra el problema se centra en ella, porque en ese momento puedes pronunciar otra palabra.

Los tratamientos clásicos del tartamudeo tratan de lograr la fluidez y todos dan algún resultado. Pero, se puede afirmar que ningún método para acabar con el tartamudeo de un adulto garantiza la fluidez en todas las situaciones y que los éxitos que logran requieren un gran esfuerzo de atención y concentración, y que en cuanto se baja la guardia, aparecen de nuevo las dificultades y los bloqueos.

Hablar supone varios pasos: primero concebir una idea, luego ponerle palabras y finalmente pronunciarlas. Pasar de la idea a la palabra es un proceso automático para todas las personas, incluido tú: una vez que hemos pensado la idea, las palabras acuden a nuestra mente automáticamente; aunque las podemos seleccionar antes de emitirlas; cuando hablamos fluidamente no las seleccionamos. Sin embargo, tú frecuentemente revisas las palabras que vas a pronunciar, lo que te permite evitar palabras difíciles, sustituyéndolas por sinónimos o frases equivalentes; pero es un esfuerzo adicional y constante que interfiere en el proceso comunicativo. Si encuentras un sinónimo sencillo, perfecto; sin embargo, no siempre esa palabra “fácil” refleja plenamente la idea. El problema se agrava si tienes que emplear una frase que sustituya la palabra. En cualquier caso, las posibilidades de que tu discurso resulte raro son muy grandes.

Pasar de la palabra pensada a su articulación es un proceso totalmente automático en el ser humano, lo aprendimos en la más tierna infancia, lo mismo que tú, porque, en ocasiones, eres capaz de pronunciar fluidamente todas las palabras sin hacer un esfuerzo especial. Aquí reside la gran contradicción que sientes en tu lucha por la fluidez: tiene que ser muy sencillo porque, sin querer surge, sin embargo, cuando intentas realizar una función automática conscientemente, fracasas.

Lo mismo ocurriría con cualquier otra función automática que queramos controlar conscientemente, como andar, dormir, etc. No podemos andar conscientemente, decidiendo en cada momento que músculo vamos a mover, porque no lo sabemos; si lo intentáramos, difícilmente llegaríamos a movernos. Con todas nuestras funciones automáticas nos pasa lo mismo, de ahí tu fracaso.

Los seres humanos somos animales de costumbres. Automatizamos nuestras conductas repetitivas para poder dedicar nuestra atención y nuestra mente a otros menesteres. Así, aprendemos a hablar, a andar, a coger cosas, a leer, a entender, a dormir, a conducir cuando somos mayores, etc. De hecho la mayor parte de nuestra conducta es automática y, por lo tanto, inconsciente. Nuestra mente consciente se limita a dar la orden, e inmediatamente el cuerpo pone en marcha las funciones automáticas que van a ejecutarla. Cuando queremos controlar de forma voluntaria y consciente cualquiera de esas funciones automáticas, acabamos fracasando, porque por eso aprendimos a hacerla automáticamente porque no hay otra forma mejor de hacerla. Muchos ejemplos nos demuestran que controlar nuestras funciones automáticas nos lleva al fracaso: cuanto más nos esforzamos en dormir, más seguro es el insomnio, cuanto más queremos evitar reírnos en una circunstancia determinada, más ganas tendremos de hacerlo, etc. y hablar es una función automática.

Como todos los tartamudos, tienes la experiencia de que, cuando menos lo esperas y más distraído estás, te encuentras expresándote con fluidez. Pero en cuanto te das cuenta de que hablas fluidamente, aparece la amenaza del bloqueo y finalmente te bloqueas. De ahí la idea de que dejar la lucha a ultranza puede ser un buen camino para disminuir el sufrimiento. Van Riper sugería que había que desaprender los hábitos de tartamudear y aprender otros más adaptativos.

2 ¿Es la fluidez la única forma de acabar con el sufrimiento asociado al tartamudeo?

Por todo lo dicho, habría una alternativa aparentemente muy sencilla: hablar sin preocuparse de cómo lo haces, que es cómo hablas cuando eres fluido. Enseguida te darás cuenta de las dificultades, en cuanto te preguntes qué puedes hacer para comportarte espontáneamente. Es una pregunta que no tiene respuesta, cualquier cosa que hagas conscientemente te llevará a hablar de forma no espontánea. Me dirás: “Sí, pero si no hago nada, sé perfectamente que me voy a bloquear.” De aquí la alternativa que te propongo: la aceptación de tu tartamudeo.

2.1 ¿De qué tipo de aceptación estamos hablando?

No te estoy proponiendo que aceptes impasiblemente las consecuencias externas, las críticas, los desprecios, las discriminaciones, sino los procesos que, como vimos, constituyen la parte fundamental de tu sufrimiento. Ante las discriminaciones y los desprecios actúa, protesta, tartamudeando o no, cómo puedas. Estamos en un mundo civilizado que tiene que ser solidario y tolerar las diferencias.

Mi propuesta es que aceptes los procesos personales que, como vimos en el capítulo anterior, generan la esencia de tu sufrimiento. Y lo hagas con un objetivo concreto: llevar una vida como la que has deseado siempre. Por ejemplo, ¿Cuántas veces no has dejado de decir lo que querías por miedo a tartamudear, o por miedo a que el interlocutor se canse de ti o piense que eres tartamudo? Callándote, de momento, habrás descansado; pero el resultado a medio o largo plazo no podrás decir que ha sido positivo para tu vida y a veces ha podido ser nefasto restringiendo tus aspiraciones. Decir lo que quieres, de la forma que sea, es una componente fundamental de mi propuesta. Para ello has de poner lo que deseas conseguir por delante del sufrimiento que suponga.

Pensarás que muchas veces has dicho lo que has querido; pero el sufrimiento que has sentido no compensa. Me preguntarás: ¿Cómo se pueden soportar unas emociones tan terribles como las que se generan en esa situación? la respuesta es sencilla: aceptándolas. El sufrimiento se hace mucho más ligero cuando lo hacemos por algo.

Añadirás: “Además, siento que no voy a poder decir lo que quiero”. Si analizas esa sensación, verás que no te dice que no podrás decir lo que quieres, sino que no lo podrás hacer sin tartamudear con un gran sufrimiento, sin que el otro se canse, piense mal de ti, etc. No es fácil negar lo que uno siente, solamente te propongo que generes una pequeña duda y te arriesgues a no dejarte llevar automáticamente por el impulso que esa sensación genera.

¿Pero se darán cuenta de que soy tartamudo? Poca gente sabe lo que es ser tartamudo; pero casi todo el mundo se habrá dado cuenta de que hablas de forma rara. Te propongo que vivas y transmitas que ser tartamudo no es la esencia de tu personalidad, sé consciente y comunica a todos que eres algo más que una serie horrible de atascos.

A todos nos generan más sufrimiento los fantasmas que crea nuestra mente. Cuantas veces hemos adelantado situaciones terribles que luego han sido bastante más suaves que lo que preveíamos. También tu sufrimiento está más en lo que temes que ocurra que lo que en realidad está ocurriendo en ese momento.

Vamos a repasar con detalle todos los elementos de los que se compone la propuesta.

2.1.1 La aceptación de las emociones asociadas al bloqueo

¿Cuántas veces no te has dicho: “si no me pongo nervioso no tartamudearé, la solución es controlar mis nervios.? Los nervios son una emoción y en los seres humanos las emociones tienen la función de prepararnos automáticamente a actuar. Si aparece una amenaza, automáticamente y sin control consciente, surge una emoción que nos prepara para luchar o huir, es decir, para evitar lo que tememos. En tu caso, cuando aparece el bloqueo, se disparan un conjunto de emociones que te llevan a reaccionar para acabar con él o para evitarlo. Hemos visto que si te dejas llevar por ellas, evitas hablar o haces fuerza y corres y aumenta la probabilidad de que te bloquees. Son emociones positivas porque surgen para ayudar a acabar o evitar el bloqueo; pero desagradables porque se asocian a una amenaza y, además, sirven para bien poco; más aún, si sabes que cuando no las sientes tienes menos probabilidad de bloquearte, la tentación de luchar para dejar de experimentar esas emociones como medio de conseguir la fluidez parecería muy fundamentada. Pero las emociones surgen automáticamente dependiendo de la situación en la que estemos y, por lo tanto, la lucha para controlarlas estará llena de fracasos a corto o largo plazo. La propuesta consiste no en controlar tus emociones, sino que ellas no te controlen a ti e interfieran o impidan lo que quieres conseguir.

Frente a la lucha para no sentir las emociones negativas que se disparan cuando te bloqueas, te propongo su aceptación según la plantea la terapia de aceptación y compromiso. Aceptación es un término técnico que es preciso matizar y definir para no confundirlo con otros, como aguantar, resignarse, etc., que se podrían considerar sinónimos suyos en el lenguaje común.

Aceptar plenamente tus reacciones emocionales al bloqueo supone vivir con ellas sin querer cambiarlas, sin hacer nada para modificarlas. Supone conocerlas y abrirte a experimentarlas sin restricciones. También supone seguir con lo que deseas comunicar en ese momento, experimentando plenamente y sin restricciones lo que estás sintiendo. Aceptar tus emociones es dejar de hacer todo aquello que realizas para evitar sentirlas. Aceptar es sentirlas y seguir haciendo lo que deseas hacer para tener la posibilidad de obtener los resultados que buscas. Dicho de una forma más técnica, tener el coraje de avanzar en la dirección que te marcan tus valores mientras sientes las emociones terribles asociadas al bloqueo.

Diciéndolo de forma metafórica, aceptar es vivir que eres el océano y no las olas (de tus pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones), las olas pasan y el océano permanece. Vivir que eres el cielo y no las nubes de tormenta que lo cubren; las nubes pasan, el cielo permanece. Aceptar significa enfocar tu vista fuera del microscopio que te centra en tu bloqueo, ampliando así tu campo de visión hacia el camino que quieres recorrer, sin dejar de ver las molestias. Aceptar sin un objetivo, no tiene sentido. Te propongo vivir plenamente un sufrimiento inmediato para poder lograr algo, lo que deseas, a más largo plazo. Aceptar es hacerse amigo de tus pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones, por muy desagradables que sean, y seguir con ellos el camino que has elegido, diciendo todo lo que quieres, aunque sea tartamudeando.

Aceptando, te abres a tus sentimientos y a tus pensamientos y vives el presente, tomando distancia de predicciones catastróficas para poder seguir tu camino.

La aceptación no es aguantar. Aguantar tiene la connotación de hacer fuerza, tensarse, para oponerse al empuje que recibimos de alguien. La aceptación, por el contrario, supone dejar la lucha, relajar todo tipo de tensión dirigida a controlar los sentimientos, sensaciones y emociones y emplear esa fuerza que ahorramos en hacer lo que, en ese momento, nos lleva en la dirección que hemos elegido.

La aceptación no es resignarse. La resignación implica el abandono de nuestros intereses, mientras que la aceptación implica continuar la lucha por ellos con la vista puesta en el futuro.

La aceptación no es ignorar nuestros pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones. Es abrirse a experimentarlos siguiendo la dirección que hemos elegido.

La aceptación no es un camino para no sufrir. Es la asunción del sufrimiento justo y preciso para conseguir nuestros objetivos, metas y valores, sin que nuestra conducta nos provoque mayores torturas.

2.1.2 Definición y vivencia de los valores

Como he mencionado en el apartado anterior, la aceptación ha de hacerse en función de nuestros deseos; pero no de los inmediatos, sino de aquellos que queremos conseguir a largo plazo, porque ante una amenaza, nuestro deseo inmediato es acabar con ella; pero a largo plazo puede sernos de interés enfrentarnos con ella.

En la terapia de aceptación y compromiso se llaman valores a las consecuencias de nuestra conducta que deseamos a largo plazo. No se refiere solamente a valores morales, sino que plantea una visión más amplia en la que caben otros deseos que moralmente pueden ser neutros, como comunicarse con otros, o mal vistos, como conseguir poder o. Distinguimos entre valores y objetivos. Los objetivos son los hitos que vamos consiguiendo cuando avanzamos hacia nuestros valores. Los objetivos los vamos consiguiendo los valores nunca los acabamos de alcanzar, porque siempre hay un deseo más allá. Vivir en función de nuestros valores, en lugar de hacerlo en función de nuestros miedos, es un medio para ser felices, y el sufrimiento que tengamos por seguirlos tiene sentido.

En una interacción con otra persona, deseas comunicar un mensaje y buscas obtener un efecto en tu interlocutor. Por ejemplo, quieres convencerlo, quieres que te entienda, quieres mostrar que sabes de lo que hablas, etc. Crees que no es posible lograrlo sin hablar fluidamente y muchas veces has abandonado la comunicación perdiendo la oportunidad de conseguir deseos importantes. Cada vez que rehuyes una comunicación o la abortas para evitar tartamudear, incrementas tu sufrimiento a largo plazo. Por eso, aquí reside uno de tus grandes retos para superar tu sufrimiento: comunicar tu mensaje y tratar de obtener lo que deseas sin condicionarlo a hablar fluidamente.

Comunicar es un valor que reside en el proceso de hacerlo, no en el resultado, porque este depende también de la otra persona. Hay gente que por mucho que te explicases de forma fluida no te va a entender.

Seguramente te ha venido a la cabeza el pensamiento de que no merece la pena comunicar si no se hace fluidamente, es decir, que la comunicación no vale para nada si no es fluida, porque el sufrimiento que te supone tartamudear no justifica el esfuerzo. Sin embargo, no comunicar es mucho peor porque abandonas tus deseos. Puede que si vas a una entrevista de trabajo te rechacen por ser tartamudo, pero no te rechaces tú, deja que sea el otro quien lo haga, quizás sea capaz de darse cuenta de lo que vales, viendo más allá de tu tartamudeo. Puede que si le dices a esa chica que quieres salir con ella, te rechace por ser tartamudo; pero dale la oportunidad de conocerte de verdad. Para evitar el dolor inmediato de un rechazo, das por perdida una oportunidad y renuncias a un trabajo que te apetece o a una relación que te interesa.

El miedo puede engañarnos y hacernos ver que no queremos lo que estamos deseando. Lo planteaba ya Samaniego en su fábula de la zorra y las uvas, que aquí te cuento a mi manera.

Había una vez una zorra que después de atravesar un desierto estaba muy hambrienta, casi exhausta. Finalmente encontró una viña en la que vio unas uvas que le parecieron fabulosas, pero pensó que no era posible que no tuviera vigilancia, que seguro que había un terrible mastín dispuesto a matar a cualquiera que quisiera cogerlas. Se acercó a la viña y vio a lo lejos un magnífico racimo. Se quedó mirándolo relamiéndose durante un buen rato, pero la figura del mastín le venía con fuerza a la mente. Finalmente se dio la vuelta y se dijo a sí misma: “No me gustan, no están maduras”, y se fue, poniendo en peligro su vida por no comer.

Los miedos y las dificultades para obtener lo que queremos nos pueden inducir a engaño haciéndonos creer que en realidad no queremos lo que estamos deseando.

Las uvas son la relación afectiva, el trabajo, etc. Es tu propia mente quien te dice que el mastín, es decir, el rechazo que vas a despertar por tartamudear, te va a destrozar y finalmente llegas a la conclusión de que las uvas no merecen la pena.

Por todo esto, este libro comienza con unos ejercicios que te ayudarán a descubrir cuáles son tus valores, a analizar lo que has dejado de hacer debido a tu tartamudez, y a experimentar en tu imaginación las ventajas de vivir con tus valores y así fortalecer tu compromiso total en decir lo que quieres a quien quieres, independientemente de si lo haces fluidamente o no.

2.1.3 Comprometerte en todo momento con tus valores.

La necesidad de un compromiso fuerte con tus valores, es decir, de luchar en todo momento por ellos, es la conclusión inmediata del apartado anterior. Tu compromiso actual es con la fluidez: en todo momento luchas para hablar fluidamente y abandonas tu valor de comunicar. Este es un cambio fundamental que te proponen los ejercicios de este libro: se trata de que te comprometas con comunicar lo que deseas, lo hagas fluidamente o no.

Para poder realizar el compromiso con nuestros valores hemos de tener en mente lo que deseamos en cada instante, cuáles son nuestros objetivos en la situación que estamos enfrentando, cuáles son los resultados que buscamos y así poder luchar por ellos, dispuestos a sufrir y a aceptar ese sufrimiento en aras de conseguir lo que queremos. En todo momento hemos de tener también claro qué objetivos dependen de nosotros y cuáles dependen del resto de personas que intervienen en la situación.

Es posible que por ser tartamudo te rechacen, seguramente ya te ha ocurrido alguna vez; pero te propongo un ejercicio con el que podrás evaluar si es mejor para ti que te rechacen o rechazarte tú ya de entrada. También te propongo otro ejercicio para que tengas claro en cada situación difícil qué es lo que te juegas y puedas valorar si merece o no la pena el sufrimiento que te va a suponer hacer lo que deseas, pese al sufrimiento que comporte. La valoración del éxito o del fracaso de una acción no es si has sufrido mucho o poco, sino si has hecho o no todo lo que está en tu mano para conseguir el resultado que buscabas.

Temer que va a aparecer el bloqueo y no hacer nada para evitarlo supone una valentía importante. Pero es un riesgo que merece la pena correr, como te demostrarán los ejercicios que te propongo.

2.1.4 Vivir el presente

La aceptación también nos exige vivir plenamente el presente. Cuando huimos de un oso que nos persigue, si alguien nos pregunta por su tamaño exacto, lo único que sabremos es que nos parecía terrible, seguramente más grande de lo que en realidad era.

El oso es para ti el bloqueo. Te puedo hacer la pregunta de cómo es tu bloqueo y me dirás que lo conoces muy bien porque lo estás experimentando todos los días desde hace muchos años; pero es un conocimiento muy poco preciso, porque en realidad no te das cuenta de qué es lo que haces cuando te bloqueas. Si lo supieras podrías hacerlo voluntariamente; pero difícilmente podrás ni siquiera imitarlo.

Van Riper comenzaba su terapia con un proceso largo de identificación de lo que ocurre en el tartamudeo porque tomar conciencia de lo que sucede es la única forma de saber qué es lo que haces y si eso te da resultado o no. Por eso, todos los ejercicios que te planteo en este libro tienen como premisa y objetivo vivir el presente.

La lucha para obtener la fluidez es en gran parte inconsciente, es decir, automática. Para poder dejar esa lucha es preciso que seas consciente de lo que estás haciendo, con un criterio muy pragmático: si te sirve, sigue haciéndolo y si no te sirve, atrévete a dejar de hacerlo. La forma de dejar de hacer las cosas que todos hacemos de forma automática es hacerlas conscientes. Hay muchas cosas que has ido incorporando a tu forma hablar para conseguir la fluidez; pero ya sólo eres consciente de muy pocas. La idea general es que te des cuenta de lo que haces para poder valorar si te sirve o no te sirve. La valoración ha de ser realizada en función de los valores y objetivos que estás buscando, y no en función del sufrimiento que estás teniendo. De esta forma, ser consciente de tu habla va a detener tu impulsividad automática y a darte control sobre tu vida y tu habla.

2.1.5 El Yo como contexto

Estás convencido que ser tartamudo es una de las cosas más terribles que le pueden ocurrir a una persona en este mundo. La gente no tiene una idea clara de qué es ser tartamudo, parece que debería ser alguien que siempre se atasca cuando habla; pero tú sabes que no es así. Los bloqueos son caprichosos, aparecen cuando quieren. Ser tartamudo es un elemento fundamental en tu sufrimiento. Tu lucha por alcanzar la fluidez tiene un objetivo clave: no ser tartamudo.

Nuestro concepto de nosotros mismos tiene dos componentes fundamentales: la imagen que damos socialmente, lo que hace que obtengamos unas respuestas determinadas de nuestro entorno social, y lo que nosotros creemos que somos capaces de hacer o no. La imagen social del tartamudo es terrible y supone un riesgo importante de hacerte acreedor de un rechazo, y también lo es la idea de lo que tú eres capaz de hacer, porque piensas que no eres capaz de hacer algo aparentemente tan sencillo como hablar con fluidez. De ahí la importancia que has dado a luchar por alcanzar la fluidez porque piensas que de ello depende tu propia esencia.

La propuesta que te hago, y para ello te propondré los ejercicios necesarios, es que experimentes que somos algo más que la imagen que proyectamos en la sociedad y algo más que lo que sentimos y creemos que podemos hacer. En tu caso, eres algo más que tartamudo. Somos personas que trascendemos el tiempo y el espacio. Somos los mismos que cuando teníamos 12 años y somos los mismos leyendo este libro que hablando con alguien querido. Tener una vivencia trascendente de nosotros mismos nos ayuda a tomar distancia de nuestro sufrimiento y a ti te va a ayudar a dar menos importancia a sentirte tartamudo y te va a permitir unas relaciones sociales mucho más plenas. Una metáfora te puede ayudar a entenderlo mejor.

Nuestra vida interna es como un juego de ajedrez con su tablero y sus piezas, donde las piezas representan nuestras acciones y procesos internos. Pero en este juego el tablero es infinito y las piezas no lo abandonan nunca. Cuando se juega una partida se colocan en él las piezas que pertenecen a dos bandos contrarios. El bando “bueno” representa los sentimientos de control y los pensamientos de autoconfianza que quieren ganar la partida al bando malo, que incluye entre sus piezas el tartamudeo, la ansiedad, las obsesiones, etc. En verdad, se trata de una partida sin final, porque las piezas no pueden desaparecer del tablero. ¿Quiénes somos nosotros en este juego? Somos todas las piezas, las buenas y las malas; pero sobre todo somos el tablero en el que se juega la partida y que no puede ser destruido ni modificado por las piezas, sea quien sea el bando que vaya ganando. Este tablero, por sus características, no puede deshacerse de las piezas; pero puede sentir y vivir el juego sin estar particularmente implicado en la partida que se está jugando en ese momento. Los pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones se suceden en nosotros, y varían según el momento y las situaciones en las que nos encontremos; sin embargo, tenemos la experiencia de que nosotros permanecemos, de que somos siempre los mismos: nuestro YO trasciende nuestros sucesos internos. Desde el punto de vista del tablero, podemos verlos como algo que ocurre en nosotros, pero que no nos modifica. Ante todo, somos como el tablero: el contexto en el que se dan nuestros pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones y nuestro sufrimiento.

Expresado de esta forma, el concepto del YO como contexto puede parecer una obviedad, pero si, en lugar de pensarlo, lo experimentamos, tendremos un aprendizaje experiencial de nuestro YO sintiendo que trasciende y es algo más. Cuando lo sintamos, viviremos la experiencia de ser el observador de lo que ocurre a nuestro alrededor y dentro de nosotros mismos. Tomaremos distancia emocional de ello y tendremos mayor libertad para comportarnos de acuerdo con nuestros valores. Cuando sientes que eres tartamudo; pero no te enganchas a ello, cuando no quieres evitarlo, ni luchar para no bloquearte; cuando dejas estar tu sufrimiento sin querer dejar de vivirlo, adquieres la libertad necesaria para poder hacer lo que quieres, te bloquees o no y piensen lo que piensen los demás. Es una sensación profunda de que trasciendes las circunstancias y vives tu YO más profundo: un lugar y un espacio en los que en ese momento se están dando una serie de procesos que son pasajeros y que no afectan a tu ser más profundo y más genuino. Desde la distancia que tomas de tu sufrimiento, podrás reaccionar de acuerdo con tus intereses, de forma independiente a como te sientas.

2.1.6 La desactivación del pensamiento.

Nuestros pensamientos catastróficos tienen dos componentes: nos avisan de una catástrofe, en tu caso del bloqueo, y nos dan la solución para evitarla, en tu caso luchar como sea por conseguir la fluidez. La trampa surge cuando es la solución la que mantiene o potencia el problema. Si consideramos que lo que nos dicen los pensamientos es real y que corresponde a lo que debemos hacer, lo seguiremos automáticamente como si lo que nos dicen ya fuera cierto, y al hacerlo así, los convertimos en reales.

Su argumento más potente reside en que sentimos que va a suceder y creemos que nuestras sensaciones no nos engañan. Pero, ¿son nuestras sensaciones fiables? Si toco el ordenador en el que estoy escribiendo, lo siento y tengo el total convencimiento de que existe y es real. Nuestras sensaciones son el criterio más fiable que tenemos de realidad, de existencia. Podemos extrapolar el criterio a nuestras sensaciones internas. Si tengo una sensación de que me voy a morir o voy a perder el control o me voy a volver loco o…, puedo llegar a la misma conclusión: es real y totalmente cierto que va a ocurrir porque lo siento. Si, además, me comporto como si fuera totalmente real, puedo generarme un problema importante.

Había un leñador que vivía con su mujer. Un día frío de invierno se levantó y le comentó a su esposa que había soñado que estaba muerto y que no podía saber si era verdad y que sentía que ese día iba a morir. La mujer le contestó: “¿Tienes las manos calientes? ¿Y la cabeza también?, déjate pues de rollos y vete a trabajar”. El leñador salió a su trabajo y, según iba llegando se dio cuenta de que sus manos estaban frías. “Estoy muriéndome”, pensó y sintió. “Entonces no puedo trabajar”. Se sentó a esperar y notó que su cabeza también estaba fría. Según pasaba el tiempo se sentía más frío y sentía más cerca su muerte. “Es cierto que me estoy muriendo y no puedo hacer nada” y con el frío, cada vez tenía menos ganas de moverse, por eso, se quedó muy quieto sentado, finalmente llegó la noche, el frío se hizo muy intenso y el leñador murió congelado. Si el leñador hubiera trabajado y se hubiera movido, pese a sentirse morir, habría vivido.

El problema no es tener la sensación de que vas a bloquearte, sino comportarte como si fuera totalmente cierto que va a ocurrir el bloqueo, porque como el del cuento acabará ocurriendo.

Sentir la catástrofe que nos predicen los pensamientos es inevitable, seguir los impulsos que nos despiertan nos puede llevar a una trampa. No dejarnos llevar por esos impulsos es una forma de distanciarnos de nuestras sensaciones y ponerlas en cuestión, por eso la aceptación conlleva la desactivación del pensamiento (defusion). No puedes evitar sentir que el bloqueo está ahí, pero sí que puedes evitar buscar la fluidez a ultranza, aunque es difícil e implica la desautomatización a través de la toma de conciencia del presente y de la aceptación de lo que sientes. En este libro te propongo una serie de ejercicios para lograrlo con facilidad.

El proceso de desactivación del pensamiento automático es fundamental para poder liberarte de la sensación de inevitabilidad del bloqueo. De aquí el ejercicio que te planteo de manejarte con la sensación de cómo está tu probabilidad de bloqueo.

Recuerda: El núcleo del libro «Deja de sufrir por la tartamudez»está compuesto por ejercicios para afrontar y superar el sufrimiento. Cómpralo.

25/2/2012

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